Rosa a rosa, la Tere plantó su rosal
En el Forestal vive y trabaja la pionera del barrio bohemio
Rosa a rosa, la Tere plantó su rosal
Nueve de la mañana con cuarenta minutos, en la esquina de Merced, específicamente en el primer piso del edificio del arquitecto León Prieto Casanova, en el número 291, se encuentra una mujer de pelo castaño. Sentada en una de las dos mesas que están puestas en el rincón derecho del “emporio” más conocido del barrio del Parque Forestal y José Victorino Lastarrias, el Emporio La Rosa.
Esta mujer conversa animosamente con un hombre de traje que comparte la mesa junto a ella. Es saludada y despedida por casi todos quienes circulan por el local, a algunos les responde con una sonrisa complaciente y a otros con un beso en la mejilla y deseándoles un buen día. El hombre de traje se va y ella pide un segundo cortado. Revisa incesantemente su Iphone, cubierto con un protector rojo. Rojo como la agenda repleta de papeles que también está sobre la mesa, y como el color más representativo de la flor de los enamorados, la rosa. Flor que esta mujer lleva en sus manos como anillos, uno plateado y otro turquesa, uno en cada mano.
Se encuentra concentrada, hasta que llega un hombre pequeño y la saluda de una palmada en la mano, “¿Cómo estás Tere?”. Ella sonríe y ve como traen cajas llenas de helados. Esta “Tere”, es María Teresa Undurraga Gazitúa, dueña del Emporio La Rosa, quien se levanta temprano – casi todos los días de la semana- para llegar antes de las 9, a “servirse un café, en el café de la esquina”, según ella misma comenta por teléfono.
Antes de tomarse su cortado y tostadas con palta, pasa al quiosco que también se encuentra en la esquina de Merced, y compra los diarios. “No compra uno, sino varios, porque no son para ella, los deja en el ‘Emporio’, viene siempre aquí”, comenta la dueña del quiosco. Quién asegura que está cansada de dar entrevistas.
La dueña del quiosco se encuentra así, porque en el último tiempo María Teresa Undurraga, ha aparecido en cuanta página de personajes emprendedores hay en internet, e incluso fue elegida por “El Mercurio”, para ser la cara del Gourmet 2008, en la edición especial de este tema en la Revista Wikén. Incluso los mozos del “Emporio”, han hablado varias veces. “Ya somos famosos si siempre viene la tele, aparte se llena de famosos, casi todos las mañanas viene Sergio Lagos y su esposa, la Nicole. Como Doña Tere también es conocida, nos preguntan harto de ella”.
La Tere en Farandulandia
Que ahora esta mujer se encuentre tan sólo en portadas por sus logros en el “Emporio La Rosa”, no quiere decir que es lo único que ella ha hecho. La Tere, trabajó en un programa de televisión de la productora de Rodrigo Danús, animado por ella, Marcela Vacarezza y Viviana Núnez, llamado “N-migas”. “El trabajo en televisión fue satánico, pésimo yo, pésimo el programa, pésimo la performance. No fue un formato en el cual yo me sentí cómoda, es un mundo muy estresado”, dice. Por esto mismo se retiró del programa.
Pero su ida de la televisión no marcó su salida de este mundo. Sigue estando en ojo público, ya que ahora está casada con el comentarista deportivo de CHV, Felipe Bianchi, con quien se casó tras convivir tres años. La fiesta de matrimonio estuvo llena de “famosos”, si el fotógrafo incluso fue Jordi Castell, y también fue cubierto por los diarios. Aún así son una pareja que no habla mucho de su vida privada y que logran mantener una vida normal con sus 3 hijos. Dos de ambos y una solamente de María Teresa, pero que Felipe Bianchi asegura que no hay diferencias y que también es su hija.
Pero la pasión de esta mujer por las comunicaciones se vio reflejada en su participación en la radio. “A colación” fue su programa en la Radio Tiempo, en el 2004, donde coanimaba junto a José Miguel Villouta. Tras un problema entre ambos, María Teresa abandonó el programa que tanto le gustaba y que ella había sido la cabeza creadora de este. Incluso ella eligió a quien debía ser su coanimador, el que luego se quedaría con el programa. “La radio me encantó, lo haría todos los días. Si se me diera la oportunidad de volver lo hago feliz. El programa que tuve era entretenido, hablábamos de todo, una lata no haber podido seguir”, comenta.
Camino al emporio
Desde muy chica, esta mujer observaba todo lo que ocurría en la cocina de su casa. Su mamá, Teresa Gazitúa, una artista del grabado, quien la tuvo a los 28 años, la incentivaba a llevar a la práctica todo lo que pasaba a su alrededor. Para que aprendiera a distinguir de una manzana harinosa a una buena o le decía simplemente “linda, ¿Por qué no lo hace usted?”. De hecho la abuela materna de María Teresa es la mujer del logo del “Emporio La Rosa”, a la cual nunca conoció. A la que si conoció fue a la madre de su papá, ella era con la que pasaba veranos enteros observando como ella tenía ideas nuevas para las distintas comidas, en las que según recuerda “nunca te repetías ninguno”.
Esta mujer desde muy pequeña se dio cuenta que el tema le gustaba. Y cuando cursaba 7° básico en el Colegio Pedro de Valdivia de la Institución Teresiana (ahora Colegio Institución Teresiana) empezó a trabajar en la pastelería Avenue Du Bois, ubicada en El Bosque. En la que su dueña, Lucy Piwonka, les enseñaba a atender bien a los clientes. La Tere envolvía y vendía, pero a la vez la experiencia le servía para ver a esta mujer que se levantaba temprano para ver cómo funcionaba todo en su local y como se debe mantener la calidad de los productos por sobre todo. Ella hacia esto para poder ganar su propio dinero. Nadie la obligó a hacer esto, era un trabajo muy esforzado y que le tomaba mucho tiempo, el que podría haber utilizado en salir a pasear con sus amigas, las “terucas” a lugares de entretenimiento donde todas sus amigas iban. Pero ella prefería trabajar, con esto creó su carácter preparado para todo. Porque María Teresa Undurraga Gazitúa, se define como una mujer positiva, que mira hacia adelante, sin olvidar lo que dejó atrás.Cuando salió de 4° medio, el año 1987, dejó atrás a las “terucas” pero no su actitud ante las cosas.
En el “Emporio La Rosa”, la Tere es la estrella, la gente pasa y la saluda y su Iphone no deja de sonar. Esta mujer que nació el 28 de abril de 1969, es tauro y con ascendente en leo, tiene muchas cosas que pensar y hacer. Aunque sea un miércoles en la mañana, María Teresa ya está cansada. Comenta por teléfono que desde el domingo que no para y lo único que quiere es llegar a dormir a su casa a las nueve y cuarto. Termina de hablar por teléfono y a toda velocidad sigue moviendo sus manos al hablar y acomodando las cosas que la rodean. María Teresa es inquieta y aunque no le gusta mirar al pasado, si recuerda con entusiasmo su época de estudio, en donde hizo muchas cosas, que la hicieron ser la Tere que es ahora. La que habla en tercera persona para dirigirse a sus trabajadores del “emporio”.
Estudió diseño un año, y no le gustó. Entró a la Universidad Diego Portales, a Ingeniería Comercial. “Pero no me recibí, no soy ingeniera comercial. Como muchos creen”. Congeló la carrera para estudiar arte y potenciar el lado artístico que su madre le podría haber heredado. Puesto que Teresa Gazitúa, es una artista de grabado, que hoy en día es la Decana de la Facultad de Artes Visuales de la Universidad Finís Terrae. Pero tampoco siguió estudiando arte. Y después de esto empezó a trabajar en distintos lugares, terminó en Rotter & Krauss, en marketing. “Quise volver a la Portales pero me mandaban a 2° y ya filo, no puedo volver a 2° año, como ya estoy trabajando, tengo una hija, no podía”.
Aún así ella siguió estudiando. “Me encanta estudiar, siempre lo he hecho. No tengo ni un complejo con eso”, dice. Ella no se iba a quedar con los brazos cruzados y fue a la Católica y entró a un “programa de educación de desarrollo” en donde hizo un post-título en marketing.
Con todos estos estudios, le faltaba algo más. Tomó clases con el mejor heladero artesanal que pudo encontrar, “su maestro”, Daniel Zúñiga. Así se volvió una heladera. Ahora hace sus propios sabores, como el de rosa o miel de ulmo, los que aunque suenen muy rebuscados han tenido una gran aceptación entre los clientes del lugar.
La Tere se dio cuenta que el barrio donde vivía no tenía un lugar apto para encontrar las cosas que necesitaba y decidió poner un “emporio”. Reviviendo esa palabra que se ocupaba a principio de siglo para los almacenes de las esquinas. Y así fue como por las vueltas de la vida su emporio se volvió en un café. En donde se venden los mejores helados artesanales de Santiago y que también si se viene a tomar desayuno, uno se siente como si estuviera en su casa, con una paila de huevos revueltos o a la hora de almuerzo, comiendo un casero plato de lentejas. Ese es el “Emporio La Rosa”, lugar que se abrió el 2001, a sólo unas cuadras de la casa de María Teresa. “Vivir y trabajar en el mismo barrio, para mi es ideal. Es el sueño del pibe, tengo la mejor vida que se puede tener en el mundo. Ando a pata, ando a mi pinta. Desarrollo un negocio en que yo misma quiero ser cliente”, dice mientras toma su expreso.
El lugar se ha vuelto un punto obligado de visita de los jóvenes. “Todos los viernes vengo con mis amigas de la U. Un día vi a la dueña, todos la saludaban, incluso vi gente que la felicitaba por los helados” comentó Valentina, estudiante de Diseño en la Universidad Finís Terrae, que estaba sentada afuera con sus amigas.
Este lugar aparte de ser popular es donde la Tere trabaja con su hermano, Francisco Undurraga, quien es el gerente comercial del local. Y juntos ya han abierto distintos locales en todo Santiago. Desde la casa matriz en Bellavista a el local en el segundo piso del Portal La Dehesa. Este lugar antes muy exclusivo del centro ha crecido y aunque siguen preparando sus helados 100% artesanales. Ya son una marca conocida en todos lados y más aun, ahora son un emblema del Parque Forestal y el barrio Lastarria. Ya no hay programa de la televisión, ni revista que no tenga foto o haya ido a Merced 291, y que por ende conozca a su dueña María Teresa Undurraga Gazitúa.
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360° Lastarria...
Esta soy yo...
Victoria Lenka Militza Jordan González, probablemente muy poca gente sabe de esta mezcla rara que hicieron mis padres. Si preguntan por mí, me conocen como la Kiki o la niña que gira en el patio de la universidad. Con un padre siquiatra tengo todas las características de una persona rara. Si algo no me gusta, no le pongo atención y si estoy feliz no dudaré en saltar, girar o cantar. Amo la lasaña como Garfield, y con un buen helado me puedes hacer muy feliz. Me encanta viajar y creo que es la mejor forma de aprender de lo que nos rodea. Estudio periodismo en la Universidad Diego Portales y toda mi infancia estuve en el Colegio Saint Gabriel’s de Providencia. Intento hablar bien en ingles, pero sólo lo logro al cantar en este idioma. Después de esta pequeña reseña de mi vida, los invito a “crear vitaminas” para conocer y recorrer un barrio que les puede entregar una gran cantidad de actividades distintas y sobre todo una diversidad inmensa de gente que va pasar sus mañanas, tardes y noches al Barrio Lastarria y Parque Forestal.
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