Un viaje al centro de Santiago

Calles llenas de gente, buscando espacios para moverse y llegar a su destino

Metro “Los Héroes”, una joven de mediana estatura, espera apoyada en contra de un poste. Mira su reloj repetidas veces. Observa a cada persona que pasa, como ejercicio de memorización. Qué color de pelo tienen o cómo son sus zapatillas. Lo hace, porque en su mano se ve escrito todo lo que debe hacer en el día. De hecho en su palma izquierda se ve una gran mancha. Esta mancha de muestra que estuvo en clase de “Taller de Reporteo y Producción de Noticias”, hace tan sólo unos minutos, y que tuvo que anotar lo que su memoria no la ayudaba a recordar y que se encontraba en el suelo de la sala.
A las 11:45, deja de esperar. Un joven alto, baja corriendo la escalera y la saluda como si no se hubieran visto hace mucho. Salen del metro, y esta pareja dispareja (por sus alturas) comienza su caminata hacia el centro de la ciudad de Santiago.
Por la Alameda, se mezclan con los ejecutivos y jóvenes que estudian por el sector. Van conversando, y el camino se hace mucho más corto. Él sonríe y relata cómo conoció a su polola nueva y ella como su historia de amor terminó. Corren para que no los atropellen. Esperan en la mitad de la calle, en el bandejón frente a la Moneda. Compran cabritas a una señora que está puesta al lado del hombre que vende un Cd de karaoke y que se encuentra frente de dos hombres que están sentados en el suelo leyendo el tarot. Doblan por el Paseo Ahumada, se detienen en cada puesto en el que venden pañuelos árabes o lentes de sol. Él se los prueba y ella sostiene un pequeño espejo que saco de su cartera café. No compran nada y siguen caminando.
Llegan a la Plaza de Armas, pasan cerca de un grupo de gente que se ríe y rodea a una pareja de humoristas callejeros. Entran a la Municipalidad de Santiago, ella camina como sabiendo a donde va. Doblan a la izquierda y en un pasillo oscuro se encuentran con una escultura, tocan la puerta del despacho de la María Estela León. Sale la secretaria, la joven le cuenta que es estudiante de periodismo y busca al asesor de la concejal, porque sabe que ahora es candidato. Le responden con una negativa, “tiene una semana muy ocupada”, dice la secretaria.
Ella sale con tristeza, él la sigue y antes de irse le dice que se sienten frente a la escultura. Conversan sobre qué harán, y en eso salen dos jóvenes rubios. Se detienen frente a ellos. “¿Tú eres la que estudia periodismo?, Nosotros tenemos el teléfono de Cristián. Llámalo”. Le entregan el número de teléfono y se van. Ella no lo puede creer, se ríe y agradece a su amigo por decirle que se sentaran. Consiguió lo que quería, ya nada podría salir mal.